Un adecuado diagnóstico, estadificación, tratamiento y monitoreo de éste último, conforman instancias en que el recurso a la tecnología médica se hace necesario, o directamente, crítico.
Puede hablarse de un "piso de tecnología disponible" sin el cual es muy difícil, si no imposible, cumplir eficazmente con el objetivo asistencial.
Dadas las afirmaciones precedentes, una mirada federal descubre rápidamente que a pocos kilómetros de las grandes ciudades de la Argentina, la disponibilidad de un nivel de equipamiento razonable-mínimo se evapora. Hasta hace pocos años, había ciudades capitales de provincia que no contaban con equipos de radioterapia - de ningún tipo, ni en el sector público ni en el privado. Actualmente, son varias las ciudades de más de 100.000 habitantes sin adecuado equipamiento.
En mi opinión, el ejemplo más emblemático es la ciudad de San Carlos de Bariloche. Polo de atracción turística nacional e internacional, Bariloche es sede de una fábrica de bombas de cobalto. Pero carece de cualquier equipo para administrar radioterapia. Los pacientes deben recorrer 400 km hasta Cipoletti para recibir terapia radiante. Esto implica mudarse por la duración del tratamiento (entre 1 y 2 meses), desarraigarse en condiciones de salud a veces precaria, incurrir en gastos extra, no poder trabajar o estar alejado de la familia. Todo esto, por decisiones que se toman y tomaron a más de 1000 km de Bariloche, en la capital provincial.
Esto no es una "prédica de porteñito": en el Hospital Garrahan, en la ciudad de Buenos Aires, no funciona el resonador desde hace años... porque se robó el componente electrónico que lo controla... hace muchos años. Equipo nuevo, obra civil, todo... parado, cubierto por plásticos. Esa es otra tristísima cara de nuestro "sistema" de salud.
No hace falta ningún genio para elaborar un listado de necesidades tecnológicas básicas y de mediano nivel: tiene que haber una capacidad tecnológica que permita el diagnóstico (por imágenes, de intervencionismo, y de anatomía patológica), la estadificación, y el tratamiento - y su correcto monitoreo, al menos en los centros urbanos, y con un criterio estratégico de distribución.
Comenzando por lo más básico, servicios de Patología bien equipados y con insumos para inmunomarcación (conozco un hospital público que no tuvo micrótomo funcionante por largo tiempo, y cuyas piezas de resección se acumularon... en formol). La tecnología de imágenes creció mayormente a expensas de la inversión privada ("se enchufa, y se comienza a facturar"), pero las inversiones en equipos de radioterapia deben ser muy bien planificadas.
Aquí es donde entra a relucir nuestra falta de estadísticas confiables sobre incidencia y prevalencia de cáncer. Justamente estos datos permitirían optimizar la inversión en equipamiento, personal, insumos, etc, y además, colaborarían en el monitoreo del cumplimiento de objetivos sanitarios. Una provincia - dicen - tuvo que hacer cerrar el registro de cáncer de un hospital público de su capital, porque éste - dicen - mostraba que las pacientes con cáncer de cuello no vivian "allá arriba, metidas en la sierra", sino aquí abajo, en las humildes barriadas que rodean esa capital. Claro, con esos datos no se justificaba la compra de una flotilla de camionetas 4 x 4 (compra directa, dijeron) "para ir a buscar a las mujeres con cáncer a la sierra". Un subsidio al boleto de colectivo hubiera ayudado más.
Confío en que los lectores saben dónde nos aprieta el zapato. Que ellos y ellas conocen en qué ciudades es una odisea tener una urgencia con un paciente oncológico (ej, una compresión medular). Que muchos saben que "no es vida" subirse a la "combi" y hacer todos esos km de ida y vuelta a la radioterapia.
Si asignamos prioridades inteligentemente, y armamos un Plan Nacional de Cáncer, con foco en la prevención, una decisión política fuerte (poner los medios para que nadie muera de un cáncer curable) y un fuerte apoyo a las tecnologías que necesitamos (y no a las que deseen insertarnos), podremos vivir mejor. Estadísticas confiables, planes racionales y prudentes, ejecutados en tiempos adecuados y con criterio, monitoreo de los resultados, y así.
Saludos cordiales,
Pedro Politi
Nuevo podcast de psicofarmacología (en inglés)
Hace 6 años
Los condicionamientos geográficos pueden ser determinantes: el sistema de salud en Tierra del Fuego seguramente tiene en cuenta los costos de las diversas opciones: realizar la radioterapia en la Isla, o bien derivar los pacientes por vía aérea, con los consiguientes costos de vivienda lejos de casa, más los costos médicos, frente a la inversión necesaria, la demanda estimada, la prioridad sanitaria (es difícil derivar un paciente con compresión medular o con hipertensión endocraneana). En esas situaciones (en un mundo ideal...) los aportes federales podrían brindar una forma de solucionar el problema.
ResponderEliminarEn contraste, si por ejemplo una ciudad de provincia con 130.000 habitantes en el centro del país se halla a 120-130 km de su capital y no tiene radioterapia (pero sí la tiene la capital provincial), la ecuación es más complicada. Finalmente, si hay suficientes pacientes, surgirá el modo de hacer realidad la instalación de los equipos en la ciudad en cuestión.
De todos modos, primero lo primero: si no hubiese micrótomo, si el servicio de Patología no tuviese insumos y no pudiese informar si la masa resecada es maligna o no, si no se dispusiese de morfina en jarabe... ¿de qué Oncología hablamos? ¿de qué clase de medicina? En ese contexto, pedir equipos de radioterapia es comenzar a construir desde el aire. Es un ..."quiosco", un emprendimiento comercial divorciado de la necesidad sanitaria.
Pedro Politi