sábado, 26 de noviembre de 2011

Lenta adaptación de los oncólogos argentinos al uso de tests farmacogenéticos

En los últimos años se ha acumulado importante evidencia en apoyo del uso de la herramienta genético-molecular en Oncología Clínica - pero los oncólogos argentinos parecen ser notablemente remisos para incorporar esta poderosa opción a su práctica cotidiana.
La evaluación genético-molecular ayuda en la correcta identificación diagnóstica de entidades neoplásicas de aspecto similar ("tumores de células redondas y azules", "carcinoma mucinoso" y otros), identifican la presencia (o ausencia) del blanco molecular que se piensa atacar con la terapia, identifican factores farmacogenéticos que pudieran causar resistencia a la terapia (y por tanto, la harían fútil, con toda la toxicidad a cambio de ningún beneficio), señalan pacientes con factores de riesgo diferente (sea para contraer una enfermedad o para desarrollar un curso clínico mejor o peor), e identifican pacientes en elevado riesgo de presentar toxicidad grave o letal (antes de indicar la terapia, con lo cual permiten modificar la estrategia).
Todo esto es alcanzable con una muestra de tejido (si buscamos examinar el genoma tumoral para mutaciones somáticas) o con una simple muestra de sangre periférica (si queremos establecer una mutación somática, como por ejemplo, de un sistema enzimático detoxificador de un agente antitumoral).

¡Por qué tanta resistencia a indicar estos tests, que se realizan una sola vez en la vida, guían la terapia y la hacen más segura y más racional ("personalizada" desde lo molecular), y cuestan lo mismo o menos que una resonancia magnética? ¿Se trata de un déficit de información, de una falta de interés o de poco compromiso para con los pacientes? ¿Responde a un deseo de "no complicarse la vida" o más bien refleja la frustración de los especialistas ante las numerosas y formidables barreras burocráticas impuestas por las coberturas?

¿Por qué motivo un "tercer pagador" (obra social, prepaga, Estado) dudaría en invertir - por única vez - el equivalente en dinero a una resonancia magnética para aumentar la seguridad de los tratamientos, asegurar que un producto de alto costo esté correctamente indicado, o para evitar una complicación devastadora o letal?

¿Será que las consecuencias médico-legales se perciben como una posibilidad remota, ya que la sociedad argentina define al cáncer como una "lenta y penosa enfermedad" de la cual no se habla, y de la cual se espera invariablemente un desenlace fatal? Esa misma perversa percepción ha estado a la base de estrategias de sub-prestación absolutamente inaceptables.

Personalmente, creo que si el conjunto de los especialistas no toma una acción decidida, es posible que la sociedad exija estas medidas ya disponibles en nuestro medio, o bien busque enfrentar las consecuencias adversas con una mayor litigiosidad. En tal caso, habrá sido un daño irreparable... y auto-infligido.

La Oncologia argentina tiene (pocas) oportunidades de poner su casa en orden.

Saludos,
Dr. Pedro Politi

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