Los últimos dos años están cambiando la perspectiva de los pacientes con cáncer prostático avanzado o metastásico: se han producido aprobaciones de nuevos tratamientos, tanto en Europa como en Estados Unidos. Si bien ninguno de ellos es una panacea, y todos ellos tienen efectos adversos de consideración - en algún caso, graves - estos productos vienen a cubrir, en parte, una necesidad médica.
Se han aprobado fármacos para pacientes cuya enfermedad no ha respondido a las terapias hormonales estándar, ni tampoco a la quimioterapia con docetaxel. Para esta situación hay dos abordajes: o bien administrar otro tipo de quimioterapia ("de segunda línea") con cabazitaxel, un fármaco que interfiere con la formación del "citoesqueleto", que se administra por vía intravenosa cada 21 días, y que tiene toxicidad hematológica, alopecia y otras, y fue aprobado por la EMA en 2009, o bien se utiliza un producto hormonal (abiraterona, aprobado por la FDA el 28 de abril de este año).
Por otra parte, la preparación con células autólogas denominada sipuleucel-T fue aprobada por la FDA para la terapia de pacientes con enfermedad metastásica, hormono-refractaria, pero asintomáticos, pero no expuestos previamente a quimioterapia. Esta preparación se realiza en forma individualizada para cada paciente (a partir de "células dendríticas", obtenidas por leucoféresis a través de una vía venosa central, luego expuestas "ex-vivo" a un antígeno tumoral - fosfatasa ácida prostática - más un adyuvante - GM- CSF). La complejidad del procedimiento, el limitado número de centros que pueden ofrecerlo, las complicaciones infecciosas graves asociadas con la naturaleza invasiva del mismo, y finalmente, el precio solicitado (93.000 dólares por tres infusiones) hacen que no pueda considerarse una alternativa realista en países de ingresos medios o bajos. Además, quedan pendientes temas de seguridad: un pequeño porcentaje de pacientes ha fallecido como consecuencia de las complicaciones infecciosas asociadas al catéter venoso central.
Por comparación, un fármaco oral como la abiraterona parece una alternativa relativamente simple (¿engañosamente simple?).
Como suele ocurrir, serán los primeros años de uso amplio de estos fármacos en la comunidad los que proveerán más adecuada información. Sabemos que la aprobación de un nuevo fármaco nos deja con más preguntas que antes. Al menos, hay ahora algunas nuevas alternativas. Será cuestión de realizar ensayos clínicos para delinear el verdadero rol y la contribución de estos nuevos productos en el manejo del cáncer prostático avanzado o metastásico, con enfermedad aparentemente resistente a la terapia hormonal.
La necesidad de permanente actualización en Oncología Clínica lleva a buscar mecanismos de información independientes de los laboratorios farmacéuticos. Existe la posibilidad de realizar cursos a distancia (via correo electrónico), restringidos a oncólogos clínicos en este caso, para mantenerse al día con la información relevante, evaluada en forma imparcial e independiente.
Es cuestión de buscarlos.
Dr. Pedro Politi