domingo, 3 de marzo de 2013

Métodos de estudio de productos carcinogénicos


Escribe: Dr. Pedro M. Politi. 
Oncólogo Clínico
Nota: publicación original: http://www.cancerteam.com.ar/poli108.html



Introducción

        Vivimos literalmente sumergidos en un mar de sustancias químicas (naturales o artificiales). Toman contacto con la piel, las inhalamos, o las ingerimos. Algunas de estas sustancias son vitales (oxígeno, agua, nutrientes), y algunas (pocas, o muchas, según dónde y cómo vivamos) tienen la potencialidad de causar enfermedad. A estas últimas las consideramos contaminantes ambientales. En este breve artículo se describe a grandes rasgos la metodología a seguir para establecer si una sustancia química causa cáncer o no.

Primero, lo primero

        Llamamos carcinógeno a una sustancia capaz de causar cáncer en animales o en humanos.

        Es útil manejarse con un modelo mental sobre los mecanismos utilizados por las sustancias que causan cáncer. La mayoría de ellas lo hace modificando nuestro código genético, es decir, causando daño a la cadena de ADN - el tipo de molécula que lleva nuestro código genético en un sistema "cifrado" de cuatro "letras", correspondiente cada una a una "base", llamada A, T, C, o G. En otras palabras, la mayoría de las sustancias que causan cáncer, ataca al ADN de un modo u otro, y como consecuencia de esta acción, puede causar modificaciones (mutaciones) en el código genético, algunas de las cuales pueden ser transmitidas a la descendencia - es decir, se trata de sustancias mutagénicas. La minoría de las sustancias que causan cáncer lo hace por una variedad de otros mecanismos, incluyendo efectos hormonales, formación de productos tóxicos, etc. Son los llamados carcinógenos no-mutagénicos.

        Así que si hay preocupación sobre los riesgos que podría causar a la salud la presencia de un contaminante ambiental, primero lo primero: hay que fijarse si ese contaminante (si uno conoce su nombre químico, o su grupo - ej. PCBs, o anilinas, etc -) figura o no en registros internacionales de sustancias reconocidad como carcinogénicas. La Agencia Norteamericana de Protección del Medio Ambiente (E.P.A, por sus siglas en inglés) en su página web: www.epa.gov, e instituciones no gubernamentales, tienen listados disponibles en Internet. Puede consultarse además la legislación nacional - por lo que hubiere. Si el producto figura... listo! Pero aquí comienza todo otra vez. La Constitución Argentina desde 1994 protege - en principio - las acciones destinadas a conservar el medio ambiente. El punto difícil es la implementación. Consulte a un abogado.

Cómo comienza la investigación científica?

        Una forma común de comienzo para establecer si una sustancia es un carcinógeno o no, es a partir de la observación inteligente de hechos comunes. Por ejemplo, Sir Percival Pott fue el primero en registrar que era frecuente que los deshollinadores de Londres (siglo XIX) desarrollaban "a menudo" cáncer en el escroto (la cubierta de piel que rodea los testículos). En base a esta observación, Pott elaboró una hipótesis: habría una relación causa-efecto entre la exposición directa a los productos del hollín y la formación de este tipo de cáncer. Estos estudios de observación reciben el nombre de epidemiológicos. Requieren una actitud muy despierta (saber qué pistas se explorarán), y una recolección cuidadosa de datos. Tienen una limitación, sin embargo: no son herramientas útiles para establecer una relación de causalidad, sino sólo una asociación entre hechos. Pero sirven para orientar estudios ulteriores.

        Del mismo modo, fueron estudios de observación los que indicaron una asociación entre el humo del tabaco y el cáncer de pulmón (y el de laringe, de vejiga.... siguen los cánceres), entre la exposición a colorantes industriales (anilinas) y cáncer de vejiga, la infección con el virus VIH/HIV y una variante del tumor llamado sarcoma de Kaposi (entre otros).

        Los estudios de observación robustecen o debilitan una sospecha inicial, y son de dos tipos básicos:

  • Caso-control: se identifican ¨"casos" (personas que desarrollaron cierto tipo de cáncer, por ej, leucemia), y se examina qué tienen en común (y qué tienen de diferente) esos "casos" con otro grupo de individuos (llamados "controles") que vivan en la misma área geográfica, tengan edades en el mismo rango, etc, etc. Si por ejemplo sucede que los "casos" habían recibido con cierta frecuencia un determinado medicamento - o trabajaban en una usina nuclear , por ej..-, y que en los "controles" esa exposición fuese infrecuente... allí hay algo.
    Pero ese "algo", a lo que llamaríamos "un antecedente más frecuente de cierta exposición (medicamento? Trabajo en usina nuclear?) entre los que tienen leucemia que entre los que no la tienen", es sólo un indicio preliminar. Deliberadamente se eligió la usina nuclear: qué pasaría allí? Sería un único factor? Dentro de la usina, en sus alrededores? Podría haber otro factor en común entre los trabajadores de la usina? Y si viven todos cerca de una línea de alta tensión? Y si la mayoría fuma? Como se ve, en ocasiones, este tipo de estudios sólo abre más pistas. Pero alcanza sin duda para salir en los medios!
  • Estudio de cohortes: Se toma de una expresión del léxico militar romano. Una cohorte era un regimiento, aproximadamente. En el estudio de cohortes, se definen previamente las características comunes (rango de edad, sexo, ocupación, área geográfica, etc) con excepción de una (o al menos, eso es lo que piensan los investigadores!). Un ejemplo sería organizar cohortes con mujeres que utilizan anticonceptivos orales, y otra cohorte con las que no los utilicen, y observar si hay diferencias en la aparición de nuevos casos (incidencia) de cáncer de mama, por ejemplo. De nuevo, este tipo de estudios sugiere una pista inicial, no establece relación causa-efecto (por ej, podría ser que hubiese más mujeres con antecedentes familiares en un grupo que en otro, y una modesta diferencia en la distribución de edades podría alterar marcadamente la incidencia espontánea de este cáncer, que tiene una distribución típica según la edad).

        En realidad, sólo con este tipo de datos recopilados y analizados puede uno "salir a decir" que "algo está sucediendo aquí". Una golondrina no hace verano, por más que a nivel personal sea un hecho dramático. Hay que documentar una tendencia consistente.

Otros métodos de estudio

        Qué puede hacerse si se recolecta evidencia que, por ejemplo, hay mayor incidencia de cáncer (de qué tipo o tipos? en gente de qué rango de edad? Fumadores o no fumadores?) en quienes viven cerca de... una planta petroquímica, por ejemplo?

        Lo primero sería establecer claramente que hay un aumento (estadísticamente significativo, no atribuible a una fluctuación al azar) de los casos de un tipo de cáncer, con los estudios citados arriba. Luego, si se puede plantear la sospecha de si cierta sustancia o sustancias serían las responsables... aquí se dividen los caminos:

  • Si la idea es presentar un recurso legal, que diga más o menos : "Hey! Esta planta petroquímica nos está envenenando!", quizás (quizás solamente) no haga falta demostrar en experimentos en animales que alguna de las sustancias procesadas o emitidas por la planta causa cáncer. Quizás (habrá que ver qué evidencia se presenta, cómo lo analiza el juez) pudiera bastar con demostrar fehacientemente la presencia de niveles de cierto carcinógeno internacionalmente reconocido como tal en los efluentes, o en la zona que se estudia.
  • Si la idea es identificar una sustancia carcinógena nueva, entonces la tarea es mucho más ardua (bueno... habría que ver qué es más arduo en estos días en la Argentina: curar el cáncer, o tener justicia?). Habría que utilizar mezclas o extractos de los efluentes y analizarlos químicamente, además habría que aplicarlos a animales de experimentación y observarlos por un tiempo, a ver si desarrollan tumores. Todo es laborioso y lento.


Tener una buena hipótesis ayuda mucho

        La búsqueda se facilita si uno tiene una pista, intuitiva o no. Pero seguir cada pista cuesta tiempo, esfuerzo, y consume recursos (entre ellos, dinero). Si uno sospecha que un derivado de la cocción de la carne vacuna causa cáncer... en ese caso, lo primero es tomar muestras y analizarlas químicamente. Ya está hecho: se hallaron varias sustancias carcinógenas en la carne asada (Perdón, no quería Ud. saber?).

        En cambio, con un medicamento nuevo, puede no saberse si provoca cáncer. Como en líneas generales, se requiere una exposición muy prolongada (habitualmente, años, o décadas) para causar la serie de lesiones y cambios genéticos necesarios, hay muchos medicamentos que son aprobados y ... no se sabe si causan cáncer o no. Se supone, o se sospecha, o se cree... que no - ojalá... Los productos más peligrosos (sin contar el humo del tabaco, el alcohol, la carne asada y otros elementos del cotidiano vivir) son precisamente... los medicamentos antitumorales. Es así, los medicamentos que combaten el cáncer tienen una probabilidad (en general, baja) de causar cáncer ellos mismos. Cómo se estudia esto? Si conocemos que, por ejemplo, un medicamento se liga al ADN y forma un complejo estable con él (llamado técnicamente, aducto), esto representa una mutación o daño del ADN. Los mecanismos de reparación de la célula podrán removerlo y reemplazarlo, ... o no, .... o quizás lo hagan, pero con errores, dejando atrás una mutación. En este caso, la detección de la lesión molecular en el ADN sería el primer paso para indicar el peligro. Pero no basta, porque podría suceder que esta lesión fuese reparada con cierta lentitud.

        En otras palabras, el riesgo de cáncer por agentes químicos (u otros) depende de una ecuación en que, por un lado, se halla la capacidad de causar cáncer propia del agente químico, y por otra, la capacidad de reparación del daño que pueda montar el propio organismo, con más las lesiones previas del ADN con que "venga cargando" acumulativamente en la vida - o transmitidas por la herencia.

        El cáncer (cada uno de los 200 o más enfermedades que conocemos con este nombre) es la resultante de un complejo juego de factores. Lo mejor es, en lo posible, no dar ventaja...

Prevención y diagnóstico precoz del cáncer. Consideraciones generales

Dr. Pedro M. Politi
Oncólogo clínico, Equipo de Oncología Personalizada, Buenos Aires.
Profesor Adjunto, II Cátedra de Farmacología, Facultad de Medicina, UBA

Nota: publicación original ubicada en http://www.cancerteam.com.ar/poli171_diagnostico_precoz_cancer.html



        La prevención y "control" del cáncer representan áreas prioritarias de investigación y desarrollo, así como verdaderas "asignaturas pendientes". El concepto moderno de la carcinogénesis como un proceso con múltiples etapas, en lugar de un evento único, permite plantear una serie de estrategias durante la prolongada "ventana de intervención" dada por la serie de lesiones genéticas y moleculares necesarias para transformar una célula normal en una maligna, con potencial de invasión y metástasis.

        Es necesario clarificar algunos puntos y plantear definiciones. La prevención es un conjunto de estrategias orientadas a reducir el riesgo de una enfermedad. Lo que no siempre queda claro es que este concepto no necesariamente implica que una medida preventiva eficaz lleve el riesgo a cero. En general, prevención suele implicar una reducción relativa en un riesgo. La expresión "prevención primaria" concierne a la identificación y manipulación de los factores genéticos, biológicos y ambientales en el mecanismo causal(1). El objetivo de la prevención primaria es reducir los nuevos casos (incidencia) y la mortalidad por la enfermedad, con medidas como por ejemplo, cesación del hábito de fumar y de la exposición al tabajo ambiental o "pasivo", adopción de estilos de vida saludables en lo referente a dieta, ejercicio y evitación de la exposición solar, y finalmente, la aplicación de medidas farmacológicas (llamadas estrategias de "quimioprevención") u otras. En contraste, la "prevención secundaria" se refiere a las actividades de identificación de enfermedad antes de que cause síntomas, de modo de instituir prontamente una terapia apropiada. La prevención secundaria consta entonces de instancias de diagnóstico precoz, que pueden instrumentarse a través de técnicas de diagnóstico aplicadas masivamente a la población general ("tamizaje", o "rastreo", o en inglés, "screening").

        De todas las estrategias, el rastreo sistemático o screening es percibido por la población como "una buena idea", y aureolado con valoraciones positivas. Sin embargo, estos rastreos masivos consumen recursos y son laboriosos, y al emplear herramientas imperfectas de diagnóstico, exhiben ventajas y riesgos, así como errores de tipo sistemático, llamados sesgos. Por estos motivos, es conveniente aclarar las ventajas y limitaciones de tal estrategia.

        En principio, detectar tempranamente un cáncer debería ser útil: se aplicaría una terapia efectiva en forma temprana, y habría mayores probabilidades de alcanzar la curación, posiblemente con menores sacrificios o riesgos. Esta línea de razonamiento no siempre se cumple, y admite muchas modificaciones en la "vida real". Una estrategia de rastreo o screening podría parecer beneficiosa cuando realmente fuese inefectiva o dañina, y por ello es importante examinar las fuentes potenciales de error sistemático (sesgo).

        Un rastreo sistemático puede crear la impresión de una epidemia, al aumentar el número de cánceres diagnosticados. Esto sucede al implementar políticas como la determinación del antígeno PSA en la sangre de varones mayores de 50 años, o al difundir el uso de la mamografía en mujeres de 40 o más años. Toma varios años lograr una estabilización en el número de casos nuevos (incidencia) y a su vez, puede entonces interpretarse - erróneamente - que "algo que estamos haciendo" logra, entonces, una moderación de la incidencia. Siempre existe la posibilidad de que alguien "tome el crédito" por un acontecimiento.
        En segundo lugar, al detectarse más casos "silenciosos" con el rastreo sistemático, se amplía la "base" sobre la cual se calcula el porcentaje de pacientes con una enfermedad que sobreviven un cierto número de años (tasa de sobrevida o de supervivencia a 5 años, por ejemplo), pero esto no reduce la mortalidad (es decir, el número de muertes causadas por un determinado cáncer, relativo al número de personas en riesgo en la población, en un año: tasa de mortalidad específica). En estos casos, lo que sucede es que la duración aparente de la sobrevida aumenta, pero no se han salvado vidas, ni ha cambiado la expectativa de vida. Solamente se ha modificado el denominador (casos detectados) y el numerador (muertes) ha quedado intacto.
        En otras ocasiones, un test podría brindar un diagnóstico temprano de una enfermedad para la cual el tratamiento es muy poco eficaz y no modifica el curso natural. En este caso, la sobrevida parece haber sido extendida, pero el test solamente ha prolongado el tiempo en que el paciente conoce que tiene la enfermedad, sin beneficio alguno.
        Otra situación compleja se plantea si un rastreo sistemático detecta cánceres de lento crecimiento o de evolución indolente. En contraste, las variantes más agresivas de un determinado cáncer suelen manifestarse espontáneamente en el intervalo entre consultas de control, y frecuentemente son detectados por los propios pacientes. Muchos de los tumores sólidos comunes del adulto (y en particular, cánceres de próstata, de tiroides y de mama) presentan formas de lenta evolución que tienden a no ser diagnosticadas y por tanto, los expertos señalan que la población general "contiene un gran reservorio de estos cánceres" - que tendrían baja probabilidad de causar enfermedad avanzada o muerte. Algunos de ellos reciben la denominación de "cánceres clínicamente irrelevante" y son meramente hallazgos de series de autopsias, en personas que fallecieron a edad avanzada, por otros motivos. Esto puede llevar a situaciones verdaderamente problemáticas, especialmente en pacientes añosos: es de imaginar la confusión que puede generarse al "tropezar" accidentalmente con un hallazgo de este tipo. Se requerirá todo un esfuerzo de discernimiento clínico para establecer si el cáncer hallado verdaderamente tiene el potencial de amenazar la salud o la vida en ese paciente individual, en su condición clínica particular.
        Un caso extremo de lo planteado en el párrafo precedente es la situación de "sobrediagnóstico", o expresado de otro modo, la detección de "pseudoenfermedad", que puede suceder más frecuentemente al modificarse los criterios diagnósticos, incluyendo en algunos casos estudios moleculares o tests de elevada sensibilidad.
        Finalmente, el sesgo de selección es una consideración importante. Al ofrecerse un test o invitarse a participar de un rastreo sistemático, ¿quiénes participan?. Con más frecuencia, se acercan a recibir el test personas que se muestran preocupadas por su riesgo individual (real o percibido), y en especial, quienes tienen antecedentes familiares de la enfermedad (lo cual las ubica en una posición de mayor riesgo que el de la población general). En otras palabras, es importante asegurarse que el rastreo se realiza en la "población general".


Cuál es la mejor prueba del valor de un test o de una estrategia de rastreo?

        Una decisión de rastreo sistemático (screening) de la población implica un serio compromiso y una masiva asignación de recursos económicos, técnicos y humanos, y tiene una logística formidable. Antes de tomar esas decisiones, es conveniente saber si el test o estrategia ha sido probado como eficaz y seguro en una población general. A tal fin, la mejor herramienta de evaluación son los ensayos clínicos en que la población general es asignada al azar, sea al "manejo estándar usual" (que para algunas enfermedades es la ausencia de tests rutinarios de diagnóstico) o a la estrategia o test de rastreo sistemático. En este contexto, en que los sesgos se ven minimizados, el test de rastreo deberá mostrar una mejora estadísticamente significativa (no debida al azar) de la mortalidad específica por la enfermedad (número de muertos por la enfermedad / número de personas vivas, en riesgo, por año de seguimiento). Tales ensayos clínicos requieren la participación de decenas o centenares de miles de personas, por varios años, y tienen un costo sustancial. Actualmente, sólo los gobiernos de países con amplios recursos económicos asginados a la salud se hallan en condiciones de financiar tales investigaciones.


¿Todos los tests o estrategias de diagnóstico están libres de riesgos?

        Absolutamente no. Por ejemplo, el empleo de mamografía anual en mujeres de 50 años o más reduce las muertes por cáncer de mama. Salva vidas. Pero aproximadamente la mitad de las pacientes que realizan una mamografía anual requerirá algún estudio adicional, incluyendo algunas de ellas que necesitarán una biopsia. La colonoscopía mostró su capacidad de detectar tumores en el colon, mucho antes de que se hallaran avanzados en la etapa de carcinogénesis. Sin embargo, una mínima fracción de los pacientes puede presentar una perforación (según las estadísticas, hasta 3 por mil, dependiendo de la condición clínica y de aspectos técnicos).
        Es importante tener en cuenta los riesgos y molestias debidos a los tests confirmatorios (ej, biopsia mamaria en el caso de la mamografía), más los eventuales efectos tóxicos de un tratamiento administrado a pacientes que no lo necesitaran realmente, ya que su cáncer no tendría capacidad de invasión y metástasis. Y en ese caso - si a uno pudieran brindarle apropiado reaseguro - no parece necesario que se remueva la próstata con cirugía, por ejemplo. Pero hay que poder establecer firmemente que se trata de un cáncer irrelevante.
        En el caso del diagnóstico de una enfermedad indolente, de curso natural no mejorable con tratamiento, debe tenerse en cuenta el potencial de sufrimiento psicológico, por el hecho de "saber" que se tiene un cáncer, sin mayor ventaja práctica operativa. Muchos años de vida, "sabiendo", y "no habiendo un tratamiento eficaz establecido" no son una buena perspectiva, aunque uno viva muchas décadas. Sería dudoso si uno debiera estaragradecido por ese tipo de diagnóstico precoz que no conlleva un curso específico de acción ni determina una conducta terapéutica.


¿Qué hay de las recomendaciones de diversas sociedades y organizaciones, respecto de los "chequeos"?

        Un profesional, o una asociación de profesionales, o una organización, pueden emitir recomendaciones, que se espera estén sólidamente fundamentadas, dadas las profundas implicancias para la salud de la población. Sin embargo, la mejor evidencia posible (las investigaciones clínicas descriptas en el párrafo previo) conforman un número limitado de estuidos, y no siempre han logrado avalar una política de rastreo sistemático en forma incontrovertible. Por lo tanto, hay controversia, la cual surge de la información o evidencia científica relativamente limitada, y de la diferente lectura e interpretación que hacen de ella las sociedades, las organizaciones, o los expertos en el tema.

        Para los médicos, se trata de una llamada a perfeccionar la búsqueda de la evidencia que soporta (o no) diversas recomendaciones, las cuales son discordantes en algunos casos. Para los pacientes, se trata de hallar su médico de confianza para plantear las preguntas y recibir respuestas francas, claras, sólidas en lo científico, y adecuadas a su situación individual.

        Ante cualquier duda, consulte a su médico.









  1. Brawley OW, Kramer BS. Prevention and early detection of cancer. En: Kasper DL, Braunwald E, Fauci AS et al. Harrison´s Principles of Internal Medicine. 16th Edition. McGraw-Hill, N. York; 2005: p 441-447.